El ministro de Economía y candidato a presidente por Unión por la Patria, Sergio Massa, realizó un anuncio de gran trascendencia económica y política acerca de la reducción de la cantidad de trabajadores alcanzados por el Impuesto a las Ganancias.
La medida, de gran repercusión, sale al encuentro del reclamo de una parte del sindicalismo que representa a los trabajadores que lograron en sus respectivas paritarias convenios con buenos ingresos y por lo tanto una parte importante de su plantilla es afectada por este impuesto. Inclusive están planteadas convocatorias de trabajadores frente al Ministerio de Economía en apoyo de esta medida.
En tanto, y como era de esperar, los sectores empresarios reunidos en la AEA (Asociación Empresaria Argentina) se oponen a la medida y reclaman rebajas impositivas teniendo en cuenta el viejo argumento de que en Argentina hay «una elevada presión tributaria que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, muy por encima de otros países de la región. Por lo tanto, es imprescindible reducirla».
Sin embargo, diversos analistas e instituciones de distintos afluentes ideológicos refutan estos argumentos. La economista Magdalena Rúa, en una nota publicada en Ámbito Financiero, señala que según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), en 2020 la recaudación tributaria como porcentaje del PBI fue en nuestro país del 29,45%, por debajo del promedio de los países que integran la OCDE, de 33,5% y por debajo de Brasil, que registra el 31,6%. La economista agrega que los grupos transnacionalizados logran mínimas cargas tributarias a través de maniobras de planificación fiscal.
Asimismo, según el informe Estado de la justicia fiscal 2021, nuestro país tiene una pérdida de recaudación impositiva anual de 1.300 millones de dólares debido al «abuso tributario corporativo y a la evasión fiscal de la riqueza». Señala, también, que el sistema tributario argentino es altamente regresivo, ya que la mayor parte de la recaudación se explica por impuestos al consumo que pesan mayoritariamente sobre el sector más vulnerable de la población. En tal sentido, presenta un ejemplo contundente: por cada 100 pesos que recauda el fisco, 21 provienen de Ganancias y 41 corresponden al IVA, el impuesto que pagamos todos y todas.
Ganadores y perdedores
Los argumentos de los grandes grupos económicos, como los que representa AEA, que también reclaman libertad de precios, libertad de competencia y el reconocimiento y valoración de la rentabilidad empresaria, chocan con los resultados que exponen sus balances con importantísimas utilidades, mientras una gran mayoría de nuestra sociedad, especialmente los sectores humildes y las capas medias, se debaten y sufren importantes carencias económicas.
Poder económico. Los representantes de AEA sostienen un permanente reclamo por una supuestamente elevada «presión impositiva».
La propia cuestión semántica de presentar el pago de impuestos como una «presión impositiva» resulta engañoso en términos culturales. Cabe preguntarse cómo se le pagaría a maestros y maestras, a médicas y médicos, al personal de seguridad y de justicia, a los y las científicas, a los y las trabajadoras estatales, si se les bajaran los impuestos a las grandes corporaciones representadas por AEA.
Ciertamente, valoramos la iniciativa del ministro Massa, conscientes de que queda pendiente el debate sobre la necesidad de una reforma impositiva que altere la regresividad, poniendo la mira en los grandes patrimonios y en las grandes utilidades, que justamente en los últimos tiempos, como producto del aumento de la concentración económica en la cúspide de la pirámide, no ha detenido su crecimiento tanto en la Argentina como en casi todo el mundo capitalista.
La pérdida de ingresos del sector trabajo durante el macrismo, de 19 puntos porcentuales, implicó una enorme transferencia de ingresos hacia el sector gran empresario. En tal sentido venimos planteando que esa pérdida de los trabajadores en favor de los empresarios expresa una variante del principio de Lavoisier: «Nada se pierde, todo se transfiere».
Por otra parte, de lo que nunca hablan los empresarios de AEA es de su «gran protagonismo» en la salida y/o fuga de los 420.000 millones de dólares generados por trabajo e inversión argentina y que están en el exterior, mayormente en guaridas fiscales. Seguramente, no son los trabajadores, los profesionales, los jóvenes o los jubilados los responsables de tamaño despropósito.
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